Mi nombre es Josué y esta es la
historia de una despedida
Naci muerto.
mientras escribo puedo observar
una delgada linea de sangre que escurre lentamente por mi dedo
pulgar, no había caido en cuenta de eso hasta que comenzó a dolerme
a tal grado que se volvio insoportable y aparte la sensación se
irrigó hacia el brazo, mi problema no era la sangre, sino que yo no
me había dado cuenta.
Un niño juega con un perro
mientras su pecho parece ser atacado por espadas que lentamente lo
atraviezan y se retuercen al mismo tiempo, el solo puede esconderse
de los monstruos que lo persiguen hablando solo, esta comenzando a
vivir.
El café se disuelve poco a poco
en el agua hirviendo mientras me quedo mirando fijamente a sus ojos,
tengo el presentimiento de que pronto todo va a estallar, mis piernas
estan temblorosas y mojo mis labios constantemente, de repente mi
vista cansada y ojerosa se pierde en el exterior, la lluvia esta
llevandose todos los escombros de las calles, los arrastra. Un perro
intenta cruzar en repetidas ocasiones y cuando parece que lo va a
lograr es atropellado, el automovilista baja de su vehiculo y acude a
ver al animal, todos los demas comienzan a pitarle, mientras la
acompañante grita histerica haciendo ademanes de desesperacin.Es
momento hacer un lado el cadaver y seguir.
Mi brazo deja de doler y la sangre
coagula poco a poco.
Ella se va y mi mundo se termina,
todo se termina, la frontera final, no hay mas allá, todo es
oscuridad y el precipicio comienza a hacerse mas y mas grande, la
tierra se colapsa debajo de mis pies. Es momento de acudir a mis
pensamientos, a hablarme para no perder el control, para no perderme.
Un hombre con la boca cocida y con
las puntadas aun frescas, su rostro cabizbajo y las lagrimas
brotando como fuentes, sus labios sangrantes halan de los hilos poco
a poco desprendiendolos, al finalizar su cuerpo yace sobre el suelo
hasta que sus mismas lagrimas lo lavan y lo arrastran hacia el
olvido.
El precipicio no existe mas.
Lagrimas,rabia,sangre,frustración, todo se desvanece poco a poco.
Comienzo a despedirme de mi.
Doloroso y necesario, es hora de dejar que los fantasmas hagan lo
mismo, es momento igualmente de decirles adios.
Mi mano ha quedado llena de sangre
coagulada, el dolor se ha ido, es solo cuestión de sanar. Miro mi
mano y la pongo junto a la de ella.. La sangre bombea fuerte llenando
cada rincon de mi ser, los latidos implacables distribuyen el liquido
vital desde mis piernas a mis manos, todo queda perfectamente
lubricado, mis ojos agudizan su fución cuando observos su rostro y
siento aroma.
El niño ha dejado de hablar solo
, ahora tiene con quien compartir sus pensamientos.
He vuelto a nacer, y esta vez el
parto no arrojó un ser inerte, frio y sin espiritu o calor alguno.
Mi nombre es Josué y esta es la
historia de una bienvenida.
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